Capilla Casa Santa Teresa

Cristo Jesús se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y una muerte de cruz”. (Fil 2,8)

La capilla Santa Teresa de Jesús (de Ávila) fue bendecida por nuestro obispo Monseñor Cristian Contreras el 11 de noviembre del 2009. Fue construida con donaciones de benefactores con el fin de proporcionar un espacio de encuentro íntimo con el Señor que marcará profundamente a la gente que visitara la casa.

La Capilla de Retiro, ubicada en el centro la casa de retiro mirando hacia el Santuario, fue diseñada por el arquitecto Cristian Undurraga, quien ganó por esta obra el premio internacional de arquitectura sacra “Frate Sole” en el año 2012. El presbiterio con su altar y ambón fueron realizados por el escultor Vicente Guajardo, con rocas de la zona central de la Cordillera de Los Andes.

La capilla ha sido diseñada con un fuerte mensaje espiritual que impregna la arquitectura del lugar; y viene a proponer directamente el misterio pascual de Cristo, triunfo de la luz sobre las tinieblas. Donde Cristo en la cruz, compuesta no como una cruz convencional sino por miles de maderos que conforman en realidad toda la capilla, asume toda la vida, la historia y el mundo.

El camino descendente de la entrada invita ya a participar el en espíritu del la Pascua, misterio de Cristo, pues “por medio del bautismo fuimos sepultado con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros vivamos una vida nueva (Rom 6,4).

El espacio interior de la capilla se ilumina desde abajo con luz natural; arriba la construcción de madera levita sobre nosotros sin ningún pilar que la sostenga, recordando el triunfo de Cristo sobre la muerte y su ascensión al cielo. El Cristo crucificado es replica del Cristo ante el cual oraba Santa Teresa de Los Andes, cuyo original se encuentra en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas en Auco.

Clavado directamente sobre los muros de roble, Cristo transforma las macizas maderas (durmientes de ferrocarril) en la Cruz del Calvario, cuyo peso es el pecado del mundo (Jn 1, 29), soportado por sus brazos amantes. Estos brazos levantan toda la realidad de la vida con su mezcla de dolor y gozo y la ofrece al Padre.

Todo el espacio te invita al silencio y la contemplación, a descender a tu propio centro, a entrar en tu castillo interior, donde te espera Cristo que murió por ti. Tú estas en uno de esos maderos, salvado y unido a Cristo.

“Poned los ojos en el Crucificado… Pues si nunca le miramos ni consideramos lo que le debemos y la muerte que paso por nosotros, ¿cómo le podemos conocer ni hacer obras en su servicio…? ¿Quién nos despertará a amar a este Señor?” (Santa Teresa de Jesús de Ávila).